Fray Juan Garitano Otaduy nació el 27 de diciembre de 1928 en Anzuola (Guipúzcoa) hijo de Facundo y Cristina. Una familia cristiana bendecida con cuatro hijos más: Celestina, Faustino, Mari Cruz e Irene, éstas dos últimas también con vocación religiosa como él.

Hizo sus primeros estudios en la escuela apostólica de Villava. E inició en 1945 el noviciado en San Esteban de Salamanca. Hace allí su primera profesión el 10 de septiembre de 1946. Realiza sus estudios de Filosofía en Bergara (Guipúzcoa) y en Las Caldas de Besaya (Cantabria).

Después de su profesión solemne, el 28 de diciembre de 1949, realiza los estudios de teología en San Esteban (Salamanca), donde es ordenado presbítero el 11 de abril de 1954.

Su primer destino fue el convento de Bergara, entre los años 1955 y 1963; allí ejerció como profesor de bachillerato y desempeñó diversas tareas comunitarias como Administrador, Maestro de hermanos cooperadores, Director de la Orden Tercera y director del Rosario Perpetuo. Como predicador del Rosario, colaboró muy activamente en las campañas del rezo del Rosario en Familia mediante la intervención en los programas radiofónicos de la zona. Los dos últimos años de su estancia desempeña la tarea de Secretario de estudios del Instituto Laboral.

Desde 1963, en que es nombrado superior de la casa de Bilbao, ha estado destinado este convento. En la Iglesia de la Encarnación entrega su vida dedicado preferentemente a la labor catequética, ejerciendo también de párroco y de coadjutor en diversos períodos de tiempo. Uno de sus placeres fue la instalación del belén parroquial, que le llevó a participar muy activamente en la Asociación de Belenistas de Vizcaya. También fue director, durante algunos años, del Secretariado de San Valentín de Berrio-Otxoa.

Siempre quiso crear una sólida comunidad parroquial apoyada en la amistad, en la cercanía y alegría. Todo ello le llevó una gran dedicación y un generoso y desinteresado esfuerzo que consolidaron amistades más allá de sus ocasionales enfados. Siempre amó profundamente a su tierra; y hasta el último día prestó atención a todos los problemas sociales y políticos que permitían vislumbrar sus fervientes deseos de paz.

Sus últimos años los pasó en la enfermería de Villava (Navarra), con el cuidado y el cariño de quienes le atendían y de la comunidad de dominicos. Él, mientras le acompañaron las fuerzas, disfrutaba llevando de paseo en silla de ruedas a quienes tenían más dificultades que él. Le gustaba sentirse útil.

El 17 de enero de 2012 entregó su vida al Padre. Gracias Juan por todo lo que has hecho, que el Señor premie tus esfuerzos. Descansa en paz.