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La despedida no es un adiós

7 de julio de 2015 Despedida Dominicos Burgos

El pasado domingo 28 de mayo tuvo lugar en Burgos la Eucaristía de Acción de Gracias con motivo de la despedida de la comunidad de los dominicos, al finalizar el compromiso de la Provincia de España con la Diócesis en la atención pastoral de la parroquia de Santo Domingo.

Uno de los frailes presentes en la celebración, relata así la despedida:

"Hay momentos importantes en los que la vida nos exige una triple mirada… hacia atrás, al lugar en el que estás y hacia adelante…

 El pasado día 28 de junio, en Burgos, nuestros hermanos de la Comunidad Parroquial de Santo Domingo, así como muchos de los que les acompañábamos, creo que es lo que  hicimos… mirar, y todos con emoción y cierto dolor.

 Al mirar hacia el pasado, no me refiero a 1224, que es cuando los frailes dominicos llegaron a Burgos por primera vez, al antiguo Convento de San Pablo, que fue cuna de numerosos y célebres frailes hasta su desaparición en la época de la desamortización.

 Fue en 1971 cuando comenzó otra etapa que ha durado 44 años… Nos lo recordó, al principio de la celebración eucarística, el superior de la comunidad. Igualmente los numerosos frailes que en esos años han estado colaborando, compartiendo, haciendo, formando… comunidad, muchos allí presentes, y otros desde el cielo, puesto que descansan en la paz de Dios. Les recordaron con su nombre en la eucaristía…

 Fueron años de mucha siembra evangélica dominicana en todos los sentidos y en muchos campos: la parroquia con todo lo que conlleva: catequesis, grupos juveniles, familias, ancianos, enfermos, cáritas…, Y además colegios, residencias y centros de enfermos y mayores, Facultad de Teología, pastoral familiar, atención de religiosos y religiosas, pastoral penitenciaria, Cofradía del Rosario… ¡tantos…! A todos, con mayor y/o menor acierto, pero siempre con el deseo de trabajar “por la salvación de las almas…”

 La mirada al presente la daba el templo lleno de gente de todas las edades y muchos más como en estos últimos tiempos han comunicado de palabra a los frailes de la comunidad su pesar. Y allí estaban también, para manifestarlo con palabras fraternas el Sr. Arzobispo, Don Francisco Hellín, el Prior Provincial y un buen número de frailes, sacerdotes del arciprestazgo, el nuevo párroco, los HH. de la Sgda. Familia, que han compartido durante estos años la pastoral…

 Hay que destacar el triple adiós agradecido: uno musical de quienes lo podían hacer, una familia de la parroquia con su música y su canto…; el segundo fueron las palabras de una mujer que creció en la fe en el seno de la comunidad parroquial y en cuyo nombre quiso dar las gracias a los dominicos que han pasado por la parroquia de Burgos. Sus palabras emocionaron en el silencio y quisieron dejar en el aire la esperanza abierta a tan solo un adiós momentáneo a esos frailes que en estos años “han animado a tantos de todas edades y grupos sociales en su vida cristiana… ¡estáis con nosotros!”. Y en tercer lugar las palabras del P. Provincial, que pusieron punto final a esta despedida recordando y agradeciendo a todos…

 La Salve dominicana y el «O spem miram» de todos los dominicos fueron el broche dominicano a ese “adiós”, que los burgaleses quisieran que fuese tan solo un “hasta luego”, y esa sería la tercera mirada, la del futuro… El tiempo dirá si se podrá añadir otra tercera fecha para una comunidad en Burgos.

Palabras de agradecimiento

"En este momento en paz interior, nuestro corazón se llena de gratitud, emoción y alegría. Son tantos los sentimientos que se nos agolpan, que la verdad es difícil sintetizar en pocas palabras todo lo que podríamos compartir. Hemos compartido un bello y fructífero camino juntos. Quiero elevar mi voz en nombre de toda la comunidad parroquial para testimoniar lo que habéis supuesto, queridos padres dominicos, en nuestras vidas. En torno a vosotros, a vuestra querida comunidad, se ha ido tejiendo esta otra comunidad parroquial de vida y de celebración de fe. Desde aquellos tres primeros pastores: Pedro, ¡querido Pedro!, Serafín y Carlos, que nos acogieron como hijos y nos fueron guiando de la mano, hasta estos tres queridos hermanos, Arsenio, Enrique, Fortunato, han pasado tantos y tantos hermanos por esta comunidad, que cada uno ha ido aportando su luz y su vida para construir esta robusta casa donde nosotros hemos ido creciendo. La semilla que íbais sembrando cada día con vuestra palabra, vuestro carisma, con vuestra humanidad, con vuestra cercanía ha ido alimentando el espíritu de cientos personas de distintas generaciones y ha ido construyendo una vivencia de fe íntima, comunitaria, iluminada, luminosa, abierta, alegre. Queridos dominicos: que suerte hemos tenido. Nos habéis dado tanto, nos sentimos tan vinculados a vosotros. Hoy es un día un poquito difícil, pero es un día  alegre. Quedémonos con esa idea: la alegría que hemos compartido, todo lo que hemos aprendido juntos no queda aquí, sigue siendo semilla que crece, luz que ilumina. Seguid caminando, seguid caminando y seguid aportando a diario la misión que tengáis encomendada, vuestra palabra transformadora. Gracias amigos. Estáis con nosotros".

La despedida no es un adiós

La despedida no es un adiós

         El 28 de junio se cerraba  la comunidad de Dominicos de Burgos que se abrió en diciembre de 1970. Un año después se inauguró la parroquia  de Santo Domingo llevada por los frailes predicadores hasta hoy. Tras varias décadas prestando su servicio en esta comunidad local, se despiden.  Pero  la despedida no significa un adiós.  Para los dominicos Burgos  es siempre una referencia inolvidable, y  ha sido muy significativa  especialmente  para esta ciudad  la presencia  de los dominicos.

            Domingo de Guzmán  que fundó la Orden de frailes predicadores, fue un burgalés, bebió lo mejor de nuestra tradición castellana, y su memoria es siempre  honor para nuestra historia.  Por eso también Burgos para un fraile dominico  es  tierra querida  que  inspira gratitud. Desde Según el historiador J.A.Casillas, desde el s. XIII hasta el siglo XIX “el convento de San Pablo albergó una comunidad religiosa de intensa y fecunda andadura, con un peso específico importante en la historia burgalesa, y a tono con ella tuvo una  majestuosa apariencia; fue uno de los más importantes tanto en la Orden como en la ciudad de Burgos”. De este convento no sólo salieron obispos y  cargos de  relieve para la iglesia y sociedad. A él pertenecieron figuras académicas  muy significativas para la Iglesia  en la universidad de Salamanca. Francisco de Vitoria, un burgalés  creador del derecho internacional e inspirador  de fray Bartolomé de Las Casas defensor de los indios. Y su discípulo  Domingo de Soto, que destacó en el concilio de Trento  Tras un largo calvario, el convento  de San Pablo perdió relevancia  y finalmente  fue derribado. En el solar se construyó un cuartel y hoy se levanta un original y moderno conjunto arquitectónico.

        Pasados 146 años de ausencia,  los dominicos  volvieron de nuevo a  nuestra provincia erigiendo una comunidad en Caleruega, lugar  en que nació su fundador Santo Domingo de Guzmán. Por su parte la iglesia local y  las autoridades civiles  de nuestra capital, en 1958,   quisieron  evocar la memoria histórica declarando  a Santo Domingo patrono de Burgos. El 11 de diciembre de 1970,  en esta ciudad y en esta iglesia, presidida entonces por el obispo D. Segundo García de Sierra, fue erigida  la  nueva comunidad  de dominicos. Meses después, enero de 1971,  se  hicieron cargo  de la nueva parroquia  “Santo Domingo del Guzmán” en la barriada miliar

       Antes ya de comenzar la parroquia, algunos frailes  predicadores  colaboraron en la Facultad de Teología que por  aquellos años daba sus primeros pasos. Los estudiantes en esa Facultad recordarán  a los profesores Maximiliano García Cordero, Pedro Arenillas, José Antonio Marcén Claudio Extremeño, Domingo Iturgáiz y  Jesús Espeja;  Todavía hoy sigue colaborando como profesor el profesor el dominico  Mario Jabares. Por lo que oí a mis compañeros y  por propia experiencia   sólo nos quedan motivos de gratitud  por la consideración  y  trato fraterno que obispos alumnos y profesores,  nos dispensaron.

      En estas décadas la parroquia de Santo Domingo  ha venido funcionando con normalidad y tratando siempre, dentro del proyecto pastoral de la arquidiócesis, de llevar  a cabo  un servicio  litúrgico, social y  evangelizador  siguiendo las orientaciones del Vaticano  II. Sencillez, cercanía humana,  celo apostólico y colaboración   con la iglesia  local  han sido el denominador común de los frailes  que se  han sucedido como párrocos: Pedro Serrano, Claudio Barbería, Emilio Díez, Eduardo Ruiz, Simón Portillo, Juan Antonio Turienzo, Miguel Ángel Gutiérrez, y Arsenio Gutiérrez.  Ese fue el talante de  los frailes  que pasaron por esa comunidad  y prestaron su servicio  en las actividades cultuales y catequéticas que hicieron extensivas en los colegios católicos dentro de la demarcación parroquial. Especialmente representativa fue  la presencia de fray Enrique Ruiz como capellán de la cárcel, y  de fray Simón Portillo en la pastoral familiar.

         Como signo visible de la vinculación histórica y  comunión espiritual entre los dominicos y esta querida tierra de Burgos, en la avenida de Atapuerca que se alarga entre el  solar del  antiguo convento dominicano y el puente de San Pablo   queda  un austero, artísticamente logrado y emblemático monumento, dedicado «...Al gran burgalés Santo Domingo de Guzmán y de Haza,  1170-1221.  Fundador de la Orden Dominicana. Patrono de la provincia de Burgos...». El escultor don Manuel Romero Ortega  captó bien el espíritu  de aquel  primer fraile predicador  con el brazo derecho levantado señalando  el cielo, y con el brazo izquierdo sosteniendo la cruz que significa  el amor de Dios a nuestra tierra. De su mano pende el Rosario  que por siglos viene alimentando la espiritualidad de nuestro pueblo. En el pedestal del monumentos dos figuras  egregias de las muchas que dio el antiguo convento de San Pablo en el siglo XVI:   el burgalés, internacionalmente memorable maestro  Francisco de Vitoria, y  el segoviano Domingo de Soto con su famosa  obra “De iustitia et iure” entre las manos. Como signo de continuidad  en el s. XX hay  un medallón con la  imagen  de  fray Santiago Ramírez  1891-1967, también burgalés, insigne teólogo y en mi punto de vista un gran místico.

        Se comprende que los dominicos dejan Burgos, pero no se despiden. Llevan  en su corazón el  aire  limpio de Castilla que respiró  Domingo de Guzmán. Se sienten vinculados a la historia  de nuestra provincia y de nuestra capital. Llevan en su sentimiento de gratitud.  No cierran  las puertas que con la sinceridad  austera  y nobleza de alma  siempre  han encontrado abiertas en esta iglesia y en esta ciudad. Se despiden pero no dicen adiós.

 Jesús Espeja, dominico

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