El pasado 21 de febrero se celebraron los 50 años de la creación de la parroquia de Ntra. de Atocha en Madrid, con una Eucaristía presidida por el arzobispo de Madrid.

El arzobispo de Madrid, D. Carlos Osoro, presidió la Eucaristía, y concelebraron con él, el Vicario de la Vicaría IV, D. Juan Carlos Merino, D. Jesús Junquera, canónigo encargado de la Catedral, fr. José Antonio Álvarez, párroco de Atocha, fr. Carlos Oloriz y fr. Arsenio Gutiérrez (anteriores párrocos de Atocha) y la comunidad de frailes dominicos de Atocha.

Tras la Eucaristía, tuvo lugar una comida fraterna en la que también participó el arzobispo, junto con casi doscientas personas de la comunidad parroquial.

Un poco de historia

La Basílica de Ntra. Sra. de Atocha fue encomendada a los dominicos en 1523, y desde entonces se han hecho cargo del culto a la Virgen, casi de manera continuada. Pero fue en 1965, cuando la Basílica se erige como Parroquia propia con el título de Nuestra Señora de Atocha. Fue ese año cuando el arzobispo de Madrid Monseñor D. Casimiro Morcillo, movido por un deseo de renovación de la diócesis madrileña para adecuarla a las exigencias del Concilio Vaticano II, erigió un total de 216 parroquias, muchas de ellas encomendadas a religiosos, entre ellas la de Atocha que dejó en manos de los frailes dominicos.

La Basílica de Atocha fue erigida Parroquia canónicamente en 1965, aunque la inauguración oficial de la Parroquia tuvo lugar el 4 de febrero del año siguiente, 1966. Por tanto en este año 2016 se celebran las Bodas de Oro como Parroquia.

Durante estos 50 años, ocho dominicos han sido los párrocos: fr. Jacinto Hoyos (1966-68); fr. Pedro Serrano (1968-1971); fr. Santiago Pirallo (1971-1973); fr. Carlos Oloriz (1973-1978); fr. Arsenio Gutiérrez (1979-1987); fr. Francisco Mª Pérez Arcos (1987-90); fr. Teodoro Tamayo (1990-96); fr. José Antonio Álvarez (1996-actualidad).

La parroquia hoy

La parroquia está atendida actualmente por un equipo de frailes dominicos formado por el párroco y tres vicarios, además del sacristán. Otros frailes de la comunidad, con responsabilidades en otros ámbitos de misión ajenos a la parroquia, colaboran en algunas celebraciones.

La parroquia acoge los momentos más importantes de la vida de muchos católicos: el nacimiento (71 bautizos el año pasado); la niñez (134 primeras comuniones en 2015); la juventud (10 confirmaciones); el matrimonio (50 bodas el año pasado); la muerte (116 funerales en 2015). Cristianos que viven en el territorio parroquial, pero también personas que estudiaron en el colegio de Atocha, o familias de todo Madrid que tienen devoción a la Virgen. Cientos de personas, además, acuden a diario y cada domingo a celebrar la Eucaristía como centro de su vida cristiana.

La parroquia es un espacio para crecer y profundizar en la fe.  Muchos niños y jóvenes se preparan en los distintos niveles de catequesis: para la primera comunión, postcomunión y confirmación.

La parroquia es un lugar de fraternidad y evangelización. Las comunidades de reflexión cristiana son espacios de formación, de oración, de fraternidad y evangelización. En total son 12 comunidades, con personas de todas las edades, que se reúnen en torno a la Palabra, y comparten vida y fe. De estos grupos proceden la mayor parte de los 42 catequistas que transmiten la fe y preparan a los jóvenes que vienen por detrás.

La atención a los más necesitados no puede faltar en un comunidad cristiana. 354 fueron atendidas por Cáritas a lo largo del año 2015, recibiendo asesoramiento, acompañamiento y ayuda material. La generosidad que siempre ha caracterizado a la comunidad parroquial de Atocha hace posible esa ayuda. Además la parroquia, en colaboración con la Asociación juvenil e infantil Virgen de Atocha (AJIVA), acompaña a 220 niños y adolescentes de entre 8 y 18 años a formarse e integrarse. Los mayores también tienen lugar en la parroquia, entre otras cosas, a través del Aula cultural en la que participan 67 personas.

Estos son solo algunos trazos de la vida parroquial, que 50 años después, se mantiene viva. La parroquia de Atocha sigue siendo un espacio de vida evangélica a través de todas sus actividades catequéticas, litúrgicas, evangelizadoras y caritativas