Del 7 al 9 de marzo, Caleruega acogió un encuentro vocacional organizado por el Equipo de Pastoral Juvenil de la Familia Dominicana, con el lema "Peregrinos de la esperanza". Fue un espacio de búsqueda, reflexión y comunión, donde jóvenes y acompañantes compartieron inquietudes y vivencias en torno a la llamada de Dios y al testimonio de Santo Domingo. La oración, el diálogo y la convivencia marcaron un fin de semana de profunda experiencia espiritual, en el que cada participante pudo redescubrir el sentido de su vocación en la Iglesia y en la Familia Dominicana.

Este fin de semana del 7, 8 y 9 de marzo el Equipo de Pastoral Juvenil de la Familia Dominicana organizó un encuentro vocacional en Caleruega.

Nunca había participado en un encuentro de este tipo y estoy muy agradecido por haberlo hecho. Fueron días de intensa comunión y fraternidad. Personalmente, pude comprobar cómo Dios se hacía presente en cada uno de lo que allí estábamos reunidos, en nuestros anhelos y deseos, en nuestras cualidades, en nuestra forma personal de vivir nuestra relación con Él y de participar en la Iglesia. A pesar de nuestros distintas vocaciones, carismas, realidades y circunstancias, todos compartíamos un elemento común: el deseo de buscar y testimoniar a Dios según el modelo de Santo Domingo, y de seguir construyendo su Reino de amor y justicia entre los hombres. Desde esta luz los diferentes momentos de oración en común, las comidas, las charlas y reflexiones compartidas… se convirtieron para mí en momentos de un profundo aprendizaje espiritual. Sentí con especial agudeza cómo en ellos se hacía realidad aquello que ya nos enseñó Jesús: Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Por todo ello, solamente me queda decir: gracias. A Dios, en primer lugar, que nos reunió y convocó en Caleruega; a la Orden Dominicana, en segundo lugar, por seguir siendo testigo de la esperanza de Dios en el espejo de Santo Domingo; y, por último, a todos y cada uno de los que ahí se reunieron y que hicieron que este encuentro pudiera ser una expresión viva del Dios que vive en nosotros, Emmanuel.

Jacobo García