Carta por la clausura del jubileo de santo Tomás de Aquino
28 de enero de 2025
LA LECTURA Y EL ESTUDIO EN LA VIDA DOMINICANA
Carta a los frailes de la Provincia
con motivo de la clausura del jubileo de santo Tomás de Aquino
Queridos hermanos,
Hemos llegado al final del jubileo de santo Tomás de Aquino; con gozo hemos celebrado el 18 de julio de 2023 el VII centenario de su canonización; con memoria agradecida hemos conmemorado el 7 demarzo de 2024 el 750 aniversario de su muerte; con alegría recordamos ahora, 28 de enero del 2025, el VIIIcentenario de su nacimiento. Durante este tiempo jubilar hemos tenido la oportunidad de volver nuestra mirada sobre uno de los santos de la Orden, Doctor de la Iglesia, más universales. Santo Tomás atraviesa los tiempos y las culturas para refrescar la memoria histórica del carisma dominicano en algunas de susdimensiones más importantes. Su legado sigue presente en nuestros días. Hemos de recordarlo y amarlo por muchas razones, pero sobre todo por fidelidad a un hijo de Santo Domingo, preclaro en su modo de serfraile predicador.
Los actos conmemorativos que tuvieron lugar en las provincias de la Orden, con motivo del AñoJubilar, fueron variados y diversos. La Provincia de Hispania, a través de sus instituciones académicas y deotras propuestas sugerentes, también se ha hecho eco del Jubileo y de su importancia. A estas iniciativas se han unido los actos nada desdeñables de otras Universidades y Centros de estudio eclesiales y civiles. Algunas actividades académicas y pastorales se organizaron con el objetivo de buscar en la figura del Aquinate la personalidad espiritual e intelectual que necesitamos para afrontar con madurez el momento eclesial y social en el que nos encontramos.
No pocos frailes de la Provincia suelen sorprendernos positivamente cuando están atentos a lasnovedades académicas y pastorales que se producen. Algunas veces nos hacen saber sobre aquellas que han escuchado o leído, porque les han gustado e impactado. En esta ocasión estuvieron atentos a la hora de procurarme algunas conferencias impartidas por frailes dominicos con motivo del Año Jubilar. En todasellas se anima a la Orden a retomar la lectura y el estudio pausado que ayuda a madurar el espíritu, como una de las fuentes de espiritualidad más apreciada que tenemos los predicadores.
Al estudio riguroso y disciplinar se une la importancia de la lectura y el aprecio por los libros quesiempre debemos acariciar. A este respecto no puedo dejar pasar por alto las intuiciones de Marcel Proustsobre la lectura y su elogio, y de otras publicaciones recientes sobre la importancia de los libros que me han gustado sobremanera. Por último, no puedo dejar de mencionar la Carta del Papa Francisco sobre el papel de la literatura en la formación, publicada en el mes de agosto del año pasado y dirigida especialmente a losseminaristas de todo el mundo. Su apreciación sobre la importancia de la literatura para la maduración personal se ha convertido en un referente para la formación permanente de las personas.
Los contenidos aquí expresados, por tanto, se deducen de esos textos y de otras lecturas que uno mismo busca y halla. También de la conversación distendida con no pocos frailes y que la gracia del tiempocompartido me ha concedido a lo largo de estos años. El gusto por la lectura y la conversación siempre ayudan a contrastar y a pensar mejor. Es mucho lo que de otros se aprende y a ellos, en cierto sentido, siempre nos debemos. Vaya por delante el merecido agradecimiento. La formulación de nuestros propioshermanos, conocedores de la tradición y de sus fuentes, amantes de la lectura, nos llenan de alegría y de gozo. En cualquier caso, no he resistido la tentación de compartir con vosotros algunas reflexiones que lalectura renovada de santo Tomás, de su espiritualidad y pensamiento, nos ha despertado.
El maestro Tomás
Al inicio del Jubileo se había indicado que la mejor forma de honrar a santo Tomás y de celebrar sujubileo estaba en dedicar algún rato de nuestro tiempo a leer sus escritos y a profundizar en la biografía de su personalidad. Quede en cada uno el esfuerzo realizado en el cumplimiento de este propósito, pero sobre todo permanezca en la Orden y en la Provincia la fuerza de su inspiración.
El Jubileo ha puesto de manifiesto no sólo al hombre intelectual y académico, sino también al religioso dominico humano y espiritual. Los estudios sobre su personalidad se han multiplicado de forma relevante. El Tomás que nos inspira no es solamente el que se deja ver a través de su magnífica inteligencia y rigor intelectual, cuando se dispone a formular buenos argumentos sobre los temas filosóficos y teológicos que trata. Es también, y sobre todo, su hondura espiritual la que nos ha llamado especialmente la atención durante el jubileo; su interés por buscar las cuestiones disputadas de su tiempo nos muestra uno de los mejores compromisos teologales de cómo debemos aproximarnos al pensamiento actual en su diversidad y pluralidad; su finura a la hora de entrar en contraste y diálogo con el adversario intelectual, con respeto y cierta admiración, nos revela una inteligencia ordenada y comprometida con el bien común; su capacidad para escuchar y entrar en las razones de los otros, incluso en las contrarias a susplanteamientos, nos desvela la humildad de su corazón. Esta humildad le llevó a tomar mayor conciencia de la necesidad imperiosa de los demás para alcanzar la verdad que tanto buscó, porque ésta se puede contener en situaciones, lugares y personas imprevisibles; su conocimiento de la cultura clásica y de otras tradiciones no cristianas, su capacidad para buscar en ellas la verdad común que todos anhelaban, se vuelve especialmente necesaria para nuestro tiempo. ¡En fin! Santo Tomás, como bien sabemos, es másque un pensador, que un teólogo o docente. Es un maestro que nos sigue mostrando cómo ser predicadoresde la Palabra de Dios en la actualidad.
El maestro Tomás nos ayuda a no caer fácilmente en la tiranía única y monocolor del pensamiento. Su modo de concebir el estudio y de ejercerlo nos ofrece una personalidad dialogante y abierta; rigurosa, paraevitar caer en la cómoda relativización de que todo vale sin más. Logró con esfuerzo encontrar en los contrarios la mejor novedad para seguir ahondando en la Verdad que buscaba y anhelaba. Su primer biógrafo, Guillermo de Tocco, subraya la novedad del enfoque de Tomás en casi todo.
«En sus lecciones -escribe- planteó nuevas cuestiones y descubrió una forma nueva y clara de resolverlas, y utilizó nuevos argumentos para llegar a estas soluciones».
Santo Tomás, por tanto, es un maestro para la vida. Nos ayuda y nos estimula a desarrollar uno delos compromisos que no debemos –ni podemos- olvidar como frailes predicadores: nuestro compromiso con la lectura atenta y el estudio. También con el rigor que la disciplina del estudio exige y demanda. Estudiar no sólo es un loable entretenimiento. Estudiar conlleva horas de soledad para nutrirse; esfuerzo por buscar las mejores explicaciones de lo que nos acontece en nuestra naturaleza humana y las más óptimas comprensiones del misterio de Dios en la realidad encarnada del ser humano. Si en nuestra vida comofrailes no poseemos al menos algo de la urgencia que sintieron Domingo y Tomás por la tarea de la predicación, si no somos contemplativos en el día a día de las graves y apremiantes necesidades denuestros contemporáneos, y del significado de nuestro compromiso diario con el estudio en relación con esas necesidades, entonces, casi con certeza, nos habremos vuelto tan indiferentes a las necesidades de los demás como los escribas y eruditos de la época de Jesús.
El estudio y la búsqueda de la Verdad
La búsqueda de la Verdad es un principio claro que se indica en las Constituciones. Es un principio teologal que adquiere valor de ley. La tradición de la Orden subraya la necesidad de que los predicadores cultiven la inclinación de los seres humanos hacia la verdad (cf. LCO 77 § II). En nuestro quehacer como frailes dominicos estamos embarcados en la búsqueda de la verdad. Lo hemos oído y leído muchas veces. No sé si realmente lo hemos asumido interiormente, con la fuerza que adquieren las cosas cuando de formareiterada se insiste en ellas. Hemos venido a la vida dominicana a buscar a Dios porque Él es la Verdad. Noa buscarnos a nosotros mismos ni a procurar sólo algunos deleites pasajeros. El proceso personal y comunitario para buscar a Dios como frailes predicadores incide especialmente en estos dos acentos:
1º).- La búsqueda de Dios como la Verdad plena no nos aleja de los contemporáneos. Ni mucho menos nos convierte en personas descomprometidas con el mundo. Más bien nos aproxima a todo lohumano. La gracia de Dios, presencia de Dios en su Verdad, se esconde en cada realidad humana y en el mundo encarnado en su conjunto. Este es el lugar de Dios. Buscando a Dios en su Verdad, buscamos al hombre en sus verdades siempre relativas. Esta búsqueda requiere también la disciplina del estudio. Unesfuerzo añadido que hemos de cultivar para que nuestra palabra se vuelva predicación que ilumina, acoge, aconseja, dialoga, discierne, enseña y anuncia.
2º).- El estudio dominicano interactúa con otros elementos fundamentales de nuestra vida como predicadores. Cuando hablamos del estudio no ignoramos otras dimensiones en nuestro ser dominicos. El estudio dominicano no está reñido con la oración personal y la celebración litúrgica. Tampoco se lleva mal con la vida regular, aquella que articula nuestro estilo de vida más bello como es la vida comunitaria y fraterna. Además, en absoluto cabe pensar en la fácil disociación que en no pocas ocasiones hacemos cuando ponemos en contraposición los tiempos de dedicación a la disciplina del estudio con todo lo que ellocomporta y la tarea pastoral concreta a la que nos debemos cuando asumimos determinados compromisos y responsabilidades. Nuestra forma de estudiar no está separada de la misión de la predicación y delcuidado de aquellos que la Iglesia nos ha confiado. El estudio, en la espiritualidad dominicana, se vuelva predicación si está bien relacionado con todas las dimensiones anteriormente descritas. ¿Cómo ejercer bien la dinámica estudiosa como dominicos si lo aprendido en los libros y en larealidad existencial de nuestro mundo no interactúa con los hombres y mujeres de nuestro tiempo? ¿Cómomadurar en el aprendizaje del estudio si no tiene el contraste orante de quien tiene que rumiar interiormentelo aprendido, no tanto desde sí mismo como desde la relación amistosa que ha de procurar con Dios? ¿Cómo aprender sin participar en nuestra mejor academia de aprendizaje que ha de ser siempre la vida comunitaria en su regulación y compromisos? Cuando hablamos del estudio dominicano presuponemostodos los demás elementos inherentes al mismo, aunque no siempre sean explícitamente señalados. Todosellos ayudan en la búsqueda de la Verdad y enriquecen, por lo que aportan, nuestro modo de concebir ysituarnos en el quehacer del estudio.
El estudio comprometido
Con demasiada frecuencia, en la espiritualidad contemporánea se nos anima a creer que es el corazón el que nos acerca a los más pobres y desfavorecidos, afligidos por el devenir de sus vidas, y no la mente ni la inteligencia. En consecuencia, el tiempo dedicado al estudio puede percibirse como un obstáculo que nos impide ayudar a los necesitados y un freno al compromiso que todos debemos tener conla caridad. A veces incluso se nos anima a salir de nuestras argumentaciones más racionales para llegar con mayor nitidez a ‘la inteligencia del corazón’ o a lo que ha dado en llamarse la inteligencia emocional. Un falso dilema al que somos sometidos con cierta frecuencia.
En palabras del dominico Paul Murray, el dualismo entre cabeza y corazón es algo bastante ajeno alespíritu y entendimiento dominicanos. La bondad real, es cierto, puede considerarse como la santidad del corazón, ya que de ahí brota la caridad. Pero el pensamiento serio sobre el Evangelio y sobre el mundo enque vivimos, puede ser en sí mismo una forma necesaria de santidad. En consecuencia, los dominicos detodos los tiempos tendemos a insistir en que no puede haber un serio despertar a Dios sin un despertar en la mente. Porque, como discípulos de la Palabra, descubrimos que mientras la bondad puede ser la santidad del corazón, la verdad puede ser a su vez la santidad de la mente. Una dedicación más plena al estudio también forma parte de la dinámica predicadora de la Orden. Necesitamos frailes que se dediquen más intensamente a la labor intelectual. La Provincia debería recuperar desde mi punto de vista, unaapuesta más clara y contundente en los frailes con todo aquello que se derive del estudio tal y como laOrden lo viene concibiendo desde sus orígenes. De esta forma toda nuestra actividad ministerial y pastoral se vería mejor nutrida, ofreciendo a la Iglesia una predicación más acorde con lo que nuestro momento cultural exige.
Todos podemos ser conscientes de la brecha que algunas veces generamos entre el mero conocimiento académico y el conocimiento que brota de la experiencia de la vida, especialmente de la vida de fe. Pero, lo que siempre me ha impresionado de los maestros y predicadores de la Orden, aquellos que especialmente admiro, es que experimentando todos ellos la distancia anteriormente señalada, aprendierona abolirla y a superarla. Tomás mismo, en uno de sus comentarios bíblicos, contrasta dos tipos muy diferentes de estudiantes, a uno lo llama cuervo y al otro, paloma. El «cuervo» es el estudiante cuyo único interés real es su propia realización y satisfacción intelectual. Por el contrario, el otro estudiante es desinteresado, una «paloma» de la caridad y la compasión, un hombre de oración, alguien que no sólocontempla, sino que desea, y con gran urgencia, compartir con los demás los frutos de su estudio y contemplación. La imagen de lapaloma la encontró santo Tomás, por supuesto, en el Libro del Génesis; es la paloma que regresa rápidamente al Arca de Noé para llevar la buena nueva. Por el contrario, el «cuervo», el académico o erudito ensimismado, no tiene ninguna preocupación particular por las necesidades de los demás, no esfuerte, no tiene ningún tipo de interés activo por lo que puedan estar sufriendo sus contemporáneos. Tomás escribe: «El cuervo no volvió al arca. Pero la paloma regresó llevando una rama verde de olivo».
Vuelan como cuervos, comenta Paul Murray, aquellos que no vuelven al arca por el afecto de la santidad, pues no piensan más que en sí mismos; a saber, cómo podrían rastrear alguna verdad, por ejemplo, para sus intereses. Pero vuelan como palomas los que contemplan y se vuelven hacia el prójimo, enseñando lo que han contemplado, los que, con la rama verde de olivo en la boca, llevan como porteadores el aceite de la misericordia, dedicándose al prójimo. El estudio y su ejercicio es un don para losdemás. He aquí la clave fundamental del estudio dominicano.
El estudio orante
Nadie se dedicó más al estudio que el hermano Tomás de Aquino. Pero su vida nos muestra que fue un hombre de profunda y humilde oración. Comprendió claramente que una vida dedicada exclusivamente a la tarea del estudio era una vida arriesgada. Según uno de sus contemporáneos, Bernardo Gui, «para compensar la aridez que tan a menudo es el resultado de un pensamiento especulativo, abstracto y sutil»,el hermano Tomás dedicaba cierto tiempo a la lectura de obras que hablaban más al corazón que a lacabeza; textos, por ejemplo, de los padres del desierto. Esta humilde práctica, continúa Gui, «hacía bien tanto a su corazón, aumentando la devoción, como a su intelecto, profundizando en sus consideraciones». Para el Aquinate «la oración y la ayuda de Dios le habían sido de mayor ayuda en la búsqueda de la verdad que su inteligencia natural y su hábito de estudio».
Volver a los libros para ser útiles al prójimo
Estudiamos para adquirir nuevos conocimientos. No todos los conocimientos están en los libros. Pero sí es verdad que los dominicos necesitamos de los libros para profundizar en las cosas sobre las quepredicamos y ser así más útiles al prójimo. Podría parecer extraño hacer un reclamo sobre la importancia del libro. Sin embargo, hemos de reconocer que los libros se han convertido para miles de lectores en un buen amigo de viaje –pues los libros son buenos compañeros de vida-, que se llevan con uno, y que nos hacen más leve y feliz el sincopado paso a través el ruido y de la rutina diaria. Nos dan luz, estimulannuestra inteligencia y alimentan nuestra alegría de vivir. Los libros «nos cuidan», parafraseando a la escritora francesa Régine Detambel cuando así titula uno de sus libros.
Vivimos en un momento cultural y social donde, por un lado, el libro es desechado y se ha convertidoen un objeto ya anticuado para su uso. Por el otro, nunca como en la actualidad se editan libros de todo tipo. Cuando curioseamos en las novedades que se nos presentan en las librerías generalistas podemos constatarlo.
¿Por qué han de sernos útiles los libros?, podríamos preguntarnos. Si acudimos al capítulo 11 del Evangelio de Lucas, Jesús, después de una acalorada disputa con los fariseos, afirma en el versículo 52,según la versión de la Biblia de Jerusalén, lo siguiente:
«¡Ay de vosotros que os habéis llevado la llave de la ciencia! Vosotros no habéis entrado, y se lo habéis impedido a los que están entrando» (Lc 11, 52). Obviamente lo que tiene en mente Jesús no es una forma de conocimiento académico sin más, habla de un conocimiento que transforma, un conocimiento que salva porque nos ofrece nuevas posibilidades. Lo que enfada seriamente a Jesús es el poco esfuerzo que losespecialistas de la ley hacen para lograr «la llave de la ciencia» en su propia tradición; y lo que es peor aún, estos fariseos no se habían dejado transformar por la misma lectura de su propia tradición. De esta forma impiden, quizás sin saberlo, que otros puedan acceder a las fuentes del conocimiento de las que ellos mismos se creían portadores y celosos protectores. Los libros, la Sagrada Escritura, no son páginas muertas que no logren cambiar algo, poco o mucho, en nuestra vida. Una imagen lo expresa bien, ya que no somos tanto nosotros los que pasamos sus páginas cuando nos disponemos a una lectura atenta, sino que son las páginas que vamos moviendo las que mueven nuestro interior y, por lo tanto, nuestra vida. Heaquí ‘la llave del conocimiento’, la razón última de nuestro estudio. Por eso los libros, la escritura, nos cuidan especialmente.
Algo de la urgencia de la afirmación de Jesús la encontramos repetida siglos más tarde por el Beato Jordán de Sajonia en una carta que envió a toda la Orden. Jordán estaba alarmado al descubrir que los frailes no se comprometían lo suficiente con sus tareas académicas. Le preocupaba, en consecuencia, que no captaran la visión evangélica y se centraran, en cambio, en sus propias piedades y devociones privadas. Si lo hacen, advierte Jordán, los resultados serán graves. Además de «descuidar su propio beneficio,privarán a muchas personas de una oportunidad de salvación, cuando podrían haberles ayudado en su camino hacia la vida eterna si hubieran estudiado adecuadamente».
Un conocimiento informado por el Evangelio -conocimiento redentor- que, como sabemos fue unapreocupación inmediata y de primer orden para santo Domingo en los comienzos de la Orden, nos ayuda avolver a los libros. Y eso explica por qué envió a sus jóvenes frailes a las diferentes universidades de Europa, actuando con una urgencia y rapidez que eran bastante notables. Obviamente, las circunstancias del momento habían hecho comprender a Domingo que había mucho en juego. Se dio cuenta de que la gente de su propia generación, como la gente de todas las generaciones, perecía sin una visión, sin laayuda, en otras palabras, de lo que Cristo llama, en esa pequeña frase reveladora, la «llave de la ciencia». El diálogo de Jesús con los fariseos, expertos de la ley, nos abre los ojos para recuperar la herramienta del estudio que nos permita no solamente ahondar en la sabiduría que los libros recogen, sino también que nosimpida ser obstáculos para que otros también puedan conocer lo que nosotros alcancemos a saber.
Hemos de volver a los libros, además, porque la vida intelectual no puede someterse a un utilitarismoa corto plazo. No se trata de limitar el estudio a la resolución apresurada de problemas de actualidad. Hay que saber tomar distancia o adoptar una perspectiva más elevada (precisamente para poder responder con mayor profundidad a los problemas actuales). El equilibrio que hay que establecer no es fácil: por un lado, hace falta gratuidad en la vida intelectual, pero por otro, hay que tener cuidado de mantener cierta conexión con la finalidad misionera de la Orden. No lo olvidemos, el objetivo último de nuestro estudio es la de ser útiles a los demás.
Hoy en día nos encontramos rodeados de nuevas formas de aprendizaje y medios sociales, todos elloscompitiendo por nuestra atención: páginas web, archivos de audio, YouTube, Twitter, Facebook, etcétera.Estamos asistiendo a lo que se ha dado en llamar, y con razón, una «explosión de la información». Es un «tsunami» virtual de conocimiento. Y, sin embargo, toda la información del mundo nunca se sumará a ese conocimiento iluminado, a la vez simple y profundo, que llamamos sabiduría. Hace muchos años, el poeta T.S. Eliot planteó una doble pregunta que, en mi opinión, sigue siendo tan aguda y pertinente como siempre: «¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento? Y ¿dónde está el conocimiento que hemos perdido en información?» Volvamos a los libros, a las grandes obras del pasado y del presenteque nos siguen iluminado y nutriendo con sabiduría y conocimiento.
El deleite de la lectura para estudiar mejor
Hay un deleite en la lectura que no debemos perder. Hay una convivencia con los libros que no ha de pasar desapercibida. Como bien afirmara Jorge Luis Borges «el verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar no soporta el imperativo». Nos podríamos preguntar, a este respecto, ¿por qué es bueno leer? Es bueno leer porque, fundamentalmente, es muy entretenido. El libro, dicen los expertos en estos temas, es elmejor aliado para luchar contra la soledad, la rutina y lo prosaico. La lectura, por tanto, es un entretenimientosilencioso y solitario para que el buen lector pida paz y la siembre. Es el camino de maduración personal que procura la lectura. «La literatura -nos dice el Papa Francisco en la carta mencionada- tiene que ver, de un modo o de otro, con lo que cada uno de nosotros busca en la vida, ya que entra en íntima relación con nuestra existencia concreta, con sus tensiones esenciales, sus deseos y significados».
Hemos de ser defensores de la cultura clásica, de la filosofía y de las humanidades. De la lectura pausada e inteligente de las principales obras que han marcado el pensamiento para siempre. El amor a lacultura, la importancia del ejercicio de la memoria en el aprendizaje y de la disciplina y el rigor del estudio, la importancia de la filosofía y la acuciante necesidad de enseñar a pensar, con los pies en el suelo, no están de moda. Son tiempos, hemos de reconocerlo, de dispersión, mundos líquidos y relaciones virtuales, donde lo viral no es siempre sinónimo de lo verdadero. Por eso hemos de preservar la lectura atentan para estudiar mejor. Las pasiones por el estudio de los que nos han precedido están cargadas también de valores necesarios para nuestro presente.
Aseguran los expertos en dietética y nutrición que somos lo que comemos, y será verdad si así lo dicen quienes más y mejor han estudiado el asunto, pero también es verdad que somos lo que leemos. Porque no somos otra cosa que la colección de nuestros recuerdos, y entre ellos están, de un modo particularmente vivo, no tanto el de las cosas que hemos hecho como el de las que hemos leído, esto es, delas cosas que hemos imaginado hacer a través de los libros.
Hace muchos años, cuando el dominico Leonard Boyle estudiaba en Oxford, se encontró con untexto de Hugo de San Víctor que le animó a mantener la mente y el corazón abiertos a mundos ajenos a su especialidad, recordaba el dominico Paul Murray en una de susrecientes conferencias. El dominico irlandés se había encontrado con este texto de San Víctor que comienza diciendo "Omnia disce". Su traducción al español es: «Apréndelo todo. Después descubrirás que nada tiene desperdicio. Una ciencia estrecha no es divertida».
La mención anterior relativa a la «diversión» es reveladora. Es quizás un ingrediente inesperado, pero clave en la espiritualidad dominicana desde el principio. Está en la Vida de los frailes, y está en laSuma Teológica. Por lo tanto, Tomás de Aquino estaba completa y felizmente en línea con el espíritu y latradición dominicana cuando, en la Suma, tuvo en cuenta a aquellas personas que son tan serias consigo mismas que nunca dicen nada risible o divertido, pero en cambio siempre están tratando de obstruir la diversión de los demás. Según Tomás, estas personas no sólo son una compañía desagradable, sino que también son moralmente sospechosas. Escribe: «Aquellos que carecen de diversión, y que nunca dicennada ridículo o gracioso, sino que dan pena a los que hacen bromas, no aceptando ni siquiera la modesta diversión de los demás, son moralmente insanos [en latín vitiosi]», concluye Murray.
Buena fiesta de santo Tomás.
Madrid, 28 de enero de 2025
Fr. Jesús Díaz Sariego, OP.
Prior Provincial