El Capítulo Provincial dedica el domingo al trabajo y a la fraternidad en Silos
31 de agosto de 2025
Es domingo 31 de agosto, fin del octavo mes del año (pero no del Capítulo, que alcanza ya su día séptimo). Comenzamos la jornada con los laudes y la Santa Misa, presidida por el vicario de Cuba y República Dominicana, Fr. Eduardo de Jesús Romero. La Palabra de Dios hoy nos invita a cultivar la actitud de la humildad, vivir de cara a Dios de manera que el bien que hagamos aquí nos gane un tesoro en el cielo. Nuestro hermano también nos refería la necesidad de la humildad en los lugares de poder, puesto que ni siquiera un presidente puede “hacer llover por decreto”.
La mañana ha continuado con las últimas sesiones de trabajo por comisiones -y es que, aunque sea el día del Señor, el ritmo del capítulo no puede decaer-. Afortunadamente algunas comisiones ya habían terminado ayer y otras esta mañana, de manera que todos los miembros del capítulo hemos podido recibir los documentos correspondientes para comenzar mañana las sesiones plenarias. Como veis, el ritmo no decae.
La tarde del domingo ha quedado libre. Por ello, se organizó una visita breve al cercano Monasterio de Silos. La vinculación entre el cenobio benedictino y la Orden de Predicadores viene de nuestros propios orígenes, y esta fraternidad se ha mantenido a lo largo de los siglos. Hemos rezado vísperas en la iglesia monacal (disfrutando, cómo no, del canto gregoriano de los monjes). A su término hemos accedido al claustro románico, donde nos han recibido el abad, dom Lorenzo Maté, y varios hermanos de la comunidad silense.
El propio abad ha guiado a los frailes en su visita por el claustro; para algunos era la primera vez que podían admirar sus espléndidos relieves, obras clave del románico en España. Cabe decir que hasta las arpías de los capiteles miraban estupefactas tanto religioso de hábito de blanco. ¿Acaso estarían asustadas, pensando que acabaríamos con la milenaria presencia benedictina? ¿Quizá reconocieron cierta familiaridad en algún visitante? Mejor no preguntarles… Nosotros, de hecho, nos fuimos antes de darles la oportunidad de hablar.
Desde aquí, trasladar el agradecimiento de los capitulares a dom Lorenzo y a todos los monjes por su hospitalidad. Cada vez que un dominico recala en Santo Domingo de Silos se siente en casa.
Por lo restante, el fin del día se redujo a la cena y alguna posterior reunión improvisada para ir preparando el trabajo de mañana. Así que, recordando aquella canción televisiva: “buenas noches y hasta mañana, los frailes dominicos nos vamos a la cama”.
Gracias, querido lector, querida lectora. Mañana más y mejor.
Fr. Ángel García Martínez, O.P.