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Fallece fr. Miguel González Flecha

18 de diciembre de 2012

Fray Miguel González Flecha nació en Garrafe de Torío, provincia de León, el 29 de septiembre de 1924. Sus padres se llamaban Venancio, de oficio labrador y carpintero, y Mª Andrea. Estudió en la Escuela apostólica de Corias donde fue madurando su vocación dominicana. Al acabar allí sus estudios, fue a Salamanca, al convento de San Esteban, a hacer el Noviciado que comenzó el 2 de septiembre de 1943. Allí hizo su primera profesión el día 3 de septiembre de 1944. Y, la profesión solemne, el día 3 de septiembre de 1947. Finalmente, fue allí, en San Esteban de Salamanca, donde fue ordenado como presbítero el día 8 de abril de 1950.
Al año siguiente, terminados sus estudios, comenzó su labor apostólica en el convento de San Pablo, de Palencia, donde estuvo un año. En 1952 fue destinado a Centroamérica. En Nicaragua, entre la ciudad de Rivas y León, desarrolla su tarea pastoral una gran parte de su vida. Allí desempeñó, entre otros, los cargos de Vicario de la Casa, Superior, Sacristán, Coadjutor, Párroco y Director de la Escuela Parroquial y del Colegio “La Merced”.

En el año 1978, regresa a España, a realizar un curso de pastoral. En el convento de Santo Domingo el Real, en Madrid, residirá hasta que en marzo de 1980 regresa a Centroamérica, a Santa Cruz de Guanacaste (Costa Rica), donde permanecerá hasta septiembre de 1982, fecha en que vuelve a Nicaragua, cuatro años a Rivas y otros cuatro a León.

En 1990 regresa definitivamente a España. Recuperado de un accidente sufrido al poco tiempo de llegar, es destinado a Alcalá de Henares (Madrid), donde permanece hasta 1994, fecha en que es destinado a la comunidad de La Virgen del Camino, donde ha permanecido los últimos años de su vida.

El Padre Miguel fue un hombre bueno, esmerado y estilista en el lenguaje, buen conversador y tenaz en sus convicciones, pero, prevaleciendo siempre en él el respeto, el equilibrio y la bondad. Nos deja el testimonio de su vida religiosa y sacerdotal, vivida en profundidad. De firme y sólida espiritualidad, llamó la atención su piedad, su particular devoción a la Virgen María y a San José, la oración comunitaria y personal y el cumplimiento de sus obligaciones sacerdotales y religiosas.

Los últimos años se acentuaron sus problemas con la vista, aunque él intentó suplir esta disminución con su dedicación al sacramento de la penitencia en la Basílica de La Virgen del Camino, donde pasó muchas horas. Últimamente se le detectó un cáncer, que él vivió con paciencia, resignación y entereza, hasta su fallecimiento el día 16 de diciembre de 2012. Al despedirle, le ponemos en los brazos de María para que le conduzca hasta el Padre y, junto a él, disfrute de la Luz. ¡Descanse en paz!

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