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Fallece fr. Domingo Salinas

2 de marzo de 2017

Fray Domingo Salinas nació en Oteiza de la Solana, Navarra, el día 30 de enero de 1932. Sus padres fueron Veremundo y Agustina, profundamente cristianos. Tuvieron tres hijos: Domingo, María Encarna y María Camino.

Domingo realizó sus primeros estudios en el Seminario Hispano Americano de Misioneros Dominicos en Villava, Navarra. Hizo su noviciado en Salamanca, en 1949. Cursó los estudios de Filosofía en Las Caldas de Besaya y los estudios Teológicos en Salamanca. El día 16 de marzo de 1957 fue ordenado sacerdote y obtuvo el título de Licenciado en Teología. Su primer destino fue el convento de La Coruña, como profesor del Colegio en los años 1958-1965.

A petición propia, pidió ser destinado a América: primero en Costa Rica, años 1965-1973, donde ejerció como Párroco de la Parroquia de Santiago Apóstol y Superior del Convento. Pero la mayor parte de su actividad misionera tuvo lugar en Guatemala donde permaneció durante 42 años. En su larga actividad pastoral ejerció con eficacia cargos de responsabilidad: Superior, Párroco, Director de Catequesis y Vicario Parroquial.

Sus compañeros tienen el mejor recuerdo de este dominico. Muy hábil en las lenguas, especialmente en griego y latín. Destacaba por su gran inteligencia en los estudios. Lo que estudiaba y leía lo transformaba en auténtica predicación que hacía las delicias de los fieles a él encomendados.

Su carácter personal estuvo siempre acompañado de su procedencia Navarra. Amante de su tierra, sus jotas, sus bailes regionales: era un “buen navarrico” que amaba su tierra, su familia. Destacaba el cariño hacia su hermana María Camino con quien siempre tuvo una enorme relación.

El año 2015 fue destinado al Convento de San Valentín de Berrio Ochoa en Villava, Navarra. Los que hemos convivido con él podemos afirmar que estábamos ante un ser muy humano, muy amante de la Orden Dominicana, sencillo en su trato, gran conversador, donde siempre afloraba sus largos años de actividad misionera en Guatemala. En aquella tierra estaban encerrados sus grandes recuerdos hacia el País centroamericano que lo había recibido con los brazos abiertos.

Descansa en paz, Domingo. Has completado la última etapa de tu vida aquí en la tierra. Has sido un buen cristiano, un auténtico dominico, un gran misionero y un excelente compañero. Nos has dejado, este día dos de marzo, silenciosamente, con gran dignidad, como era tu costumbre.

Te recordamos ante el altar de Dios y pedimos a Dios, nuestro Padre que, desde el cielo, veles por aquello que más has querido en la tierra. Descansa en paz y que Domingo Nuestro Padre, te haya recibido como a uno de sus mejores hijos.

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