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Sesión capitular de apertura

4 de enero de 2016
Crónica del lunes, 4 de enero de 2016, con la sesión capitular de apertura y la presentación de informes de exprovinciales, superiores de los Vicariatos e invitados.

 

La jornada comenzó, como es debido, con la oración de Laudes y la Misa, presidida en esta ocasión por el socio del Maestro de la Orden para la Península Ibérica, Italia y Malta, fr. Miguel Ángel del Río. En su homilía ha recordado que las lecturas de las cartas de Juan, durante el tiempo de Navidad, nos recuerdan cómo ha de vivir el cristiano conforme al misterio de la Encarnación: los que han nacido de Dios deben practicar la justicia y amar a los hermanos. La tarea de los dominicos, ha dicho, es la de ser “como juanes” (en referencia a Juan Bautista), en el sentido de que deben señalar a Jesús, para que los hombres y mujeres de nuestro tiempo puedan encontrarse con él.

Tras el desayuno se ha comenzado propiamente con la primera sesión capitular. Lo primero ha sido familiarizare con la tecnología. ¡Ah, la tecnología! ¡Esa aliada y al mismo tiempo enemiga del ser humano! ¡Esa amiga que a veces parece caprichosamente ensañarse con nosotros! Como es habitual, hacerse con el sistema de votaciones, así como con el funcionamiento de los micrófonos, ha llevado un tiempo, pero que será bien invertido, dado que los micrófonos transmitirán la palabra de los capitulares y el sistema de votación ayudará a expresar su voluntad.

Una vez constituida la asamblea, presidida por el nuevo Prior Provincial, los capitulares han aprobado el reglamento y los documentos básicos de trabajo. El reglamento es un documento que rige el funcionamiento básico de las sesiones capitulares, y que orienta los primeros pasos a dar. La documentación básica consta de los diferentes informes de ex-provinciales, vicarios y distintos oficiales de las recién desaparecidas provincias. La asamblea ha elegido también a algunos de los frailes que desempeñarán diferentes tareas en orden al buen funcionamiento del capítulo. Como moderadores han sido elegidos fr. José Berlanga, fr. Rafael Colomé y fr. Juan Luis Mediavilla. Como ayudantes del secretario fr. Juan Carlos Cordero (que había sido ya nombrado en el estatuto transitorio dado por el Maestro de la Orden) se ha nombrado a fr. Francisco Pujante y fr. Alejandro López. Los encargados de la animación litúrgica, ya sea por la belleza de sus voces, o la destreza de sus dedos con el teclado (o por ambas) son: fr. Luis Carlos Bernal, fr. Salus Mateos, fr. Rubén Omar Lucero, fr. Luis Miguel García, fr. Nicasio Martín y fr. Carlos Díez. Como cronistas de sala del capítulo servirán fr. Martín Gelabert y fr. Moisés Pérez. Fuera de la sala capitular, no lo olvidemos, hacen posible que todo esto funcione fr. Oscar Jesús Fernández y el presbítero más reciente de Hispania, fr. Ángel Fariña. Fr. Iván Calvo y Santi Vedrí son los que hacen posible nuestra presencia en el mundo virtual.

Tras un pequeño descanso, en el que los frailes se han refrigerado (algunos por los refrescos y otros por tener que salir a la calle a fumar… ¡con la lluvia y el frío!) o cafeinizado, hemos vuelto a la sala capitular, esta vez con la incorporación de los invitados. Han comenzado, entonces, las intervenciones de los ex-provinciales -fr. Martín Gelabert, fr. Miguel de Burgos y fr. Javier Carballo-, que han resaltado los aspectos más significativos de sus informes o que mayor atención necesitan por parte de los capitulares. Además de señalar algunos de los retos más acuciantes que Hispania ha heredado de las ya extintas provincias, han expresado mutuamente su agradecimiento por la colaboración de estos años, que no solamente ha hecho posible el nacimiento de la nueva entidad, sino que ha hecho nacer, también, una viva amistad entre ellos. La asamblea ha tenido ocasión de dialogar y hacer preguntas a los ex-provinciales. Fr. Jesús Díaz ha terminado agradeciéndoles sinceramente su labor durante todos estos años, su trabajo en equipo, transparencia y discreción. “Su modo de trabajar ha sido y es –ha dicho el Provincial– un ejemplo para toda la Orden”.

Después de la comida (que ha mejorado en Caleruega, ¡a fe mía!) las sesiones se han reanudado con la intervención de dos de los invitados: el Prior Provincial de Portugal, fr. Pedro José Cruz y su socio fr. José Nunes. Tras ellos, los superiores de los Vicariatos: el Prior Regional de Perú fr. Luis María Verde, el Prior Regional del Cono Sur fr. Rafael Colomé, el Vicario Provincial de R. Dominicana fr. José Hernando, el Vicario de Cuba fr. Manuel Uña y fr. Julián García del Vicariato de Venezuela han presentado sucintamente la situación de los mismos, intentando transmitir a los capitulares la situación que allí se vive. Los dominicos españoles han estado desde siglos abiertos al trabajo misionero en América. ¿Nos está pidiendo la realidad actual reforzar allí nuestras presencias? ¿No nos estaríamos encerrando sobre nosotros mismos si la nueva Provincia de Hispania olvida su tradicional historia de evangelización en América? ¿Tiene la nueva provincia la capacidad de responder a ese reto? Se trata, sin duda, de una cuestión que el capítulo ha de tratar de manera detenida.

La última de las intervenciones, con su diálogo posterior, ha sido la del Prior Regional del Vicariato del Rosario, fr. Pedro Juan Alonso, que ha agradecido el trabajo que ha podido realizar junto a los ex-provinciales durante los pasados años, y ha animado a los frailes a seguir con ánimo en la senda de la decisión valiente que han tomado al optar por una nueva provincia. “Estoy convencido –ha dicho– de que en España habrá una predicación nueva en función de cuánto volvamos a Jesucristo”.

Al final de la tarde, la oración de Vísperas presidida por fr. Cristino Vera, que finalizó con el canto a Santo Domingo, “Luz de la Iglesia”, pidiéndole que ilumine las decisiones capitulares.

La de hoy ha sido una sesión intensa, en la que hemos visto planteados algunos de los retos más importantes y difíciles a los que se tendrán que enfrentar este capítulo y la nueva Provincia de Hispania. La lluvia constante en la calle nos recuerda que así, incesante, ha sido el trabajo de los dominicos durante siglos. Somos herederos de ese trabajo, pero al igual que la lluvia limpia y refresca, estamos llamados también a renovar esa herencia recibida. Se trata de una gran responsabilidad, nuestra responsabilidad. Sigan orando para que –con la ayuda de Dios, fuente de toda novedad– seamos capaces  de hacerlo. Hasta mañana.